EL HUMANO ES UN SER EN SITUACIÓN

Categoría: Arte y Humanidades
Fecha: 09/12/2013 11:59:47
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El hombre es el único ser de pensamiento y voluntad libre por su facultad de razonar. Es el único con capacidad de registrar su pasado y vislumbrar el futuro, es decir, es un ser ubicado en el tiempo y en un determinado espacio. Esta es razón suficiente para que las realidades del mundo circundante y de más allá le interpelen y le cuestionen, demandando del mismo una respuesta. Esa dinámica de cuestionantes y respuestas en el ser humano, a menudo se ve interrumpida porque al parecer las preguntas sobrepasan en número la capacidad de responder del mismo.

Esta especie de encrucijada en la que como seres pensantes nos vemos metidos nos obliga a volver sobre nosotros mismos, como señalábamos antes en Ortega y Gasset con su ensimismamiento, también nos impulsa a buscar y abrir caminos nuevos que nos lleven a dar respuestas y sentido a la vida o nos hacemos de la vista gorda y dejamos a un lado los compromisos y nos damos a la vida light. Cualquiera de las anteriores sería una manera de ver y enfrentar la vida, encerrado en mi propio yo, envuelto en mis circunstancias, enfrentando los desafíos y bondades de la vida o vivir despreocupado sin interesarse por el porvenir.

El ser humano está configurado para ser otro y siempre mas, es inacabado, siempre está haciéndose, es un eterno buscador de la felicidad, no se conforma con lo que tiene o ha logrado, siempre quiere más. Esto no es por ambición o glotonería, es sencillamente movido por una fuerza natural que lo lleva siempre a querer ser más. Esa fuerza extraña que mantiene al hombre en incesante búsqueda se llama intradistancia

¿Qué es la intradistancia? Es el espacio que hay entre lo que soy y lo que puedo llegar a ser. La distancia que existe entre el ser real y el ser potencial, entre lo que actualmente soy (ser realizado) y lo que puedo llegar a ser (yo por realizar). Es justamente la percepción de esa realidad existencial la que permite al ser humano descubrir en su interior la presencia de un "vacío existencial" que lo persigue eternamente, así como su propia sombra, de manera persistente y silenciosa. Muchos ignoran el contenido de este término (intradistancia), pero pueden percibir la realidad del mismo. Por ej.: muchos cuando iniciamos los estudios de determinada carrera pensamos que cuatro o cinco años después terminarán nuestros afanes, que lo vamos a saber todo en cuanto a esa disciplina o que se terminarán nuestros problemas económicos. Sin embargo al terminar nos damos cuenta que no se despejaron todas nuestras dudas, que la curiosidad desborda, que nuestra economía continúa débil y que nuestros afanes no tienen límites. Esto es solo un reflejo de ese vacío insaciable que refleja nuestra intradistancia.

Es lo anteriormente expuesto que nos cierra y a la vez abre los caminos para lanzarnos a algo nuevo ó quedarnos amarrados en el pesimismo y la frustración. La percepción de ese vacío existencial nos enfila hacia el futuro, trazándonos metas y alcanzando peldaños que por el momento nos producen satisfacción de carácter momentáneo, no definitivo, porque la rueda de la vida siempre se mantiene en movimiento. Ante la percepción de la intradistancia muchos pensadores han intentado dar respuesta, como en el caso de San Agustín en sus "confesiones", cuando dice "Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti".

En la actualidad esta realidad tiene varias respuestas, que se convierten en actitudes ante la inmensidad del gran vacío existencial que representa la intradistancia humana, pareciera que tenemos varios tipos de hombres como el hedonista. Este (el hedonista) ante la realidad cruda, tal y como se le presenta no le interesa pensar, sino disfrutar, es decir, en vez de pensar prefiere vivir la vida, es el famoso "comamos y bebamos que mañana moriremos". Esta actitud frente a la problemática de la vida es fuertemente fustigada por Miguel de Unamuno en su prólogo a "vida de Don Quijote y Sancho Panza".

Escepticismo, esta doctrina que niega la posibilidad del conocimiento. Originariamente, actitud espiritual que después de haber examinado las cosas, no encuentra motivos suficientes para reconocer la verdad, se abstiene de todo juicio y busca la felicidad en la ataraxia. Escepticismo metódico Actitud filosófica que consiste en empezar poniendo en duda todo lo que se presenta a la conciencia natural como verdadero y cierto, para eliminar de este modo todo lo falso y llegar a un saber absolutamente seguro. Incredulidad o duda acerca de la verdad o eficacia de alguna cosa generalmente admitida. Diccionario Enciclopédico Vox

También está el pesimismo, para lo que el ser humano está siempre distante de sí mismo, realidad que le impide una realización plena, ya que todo intento de llenar ese vacío existencial es "una pasión inútil", como afirmaba Sartre. En este sentido es muy ilustrativa la obra del Albert Camus "El Mito de Sísifo", donde el destino del hombre es siempre intentar llegar a la meta , sin obtener otro resultado que no sea siempre volver al principio, experimentando la angustiosa presencia de ese extraño vacío que nos empantana en su misteriosa existencia. Esta idea pesimista de la realidad humana llevó a muchos hombres y mujeres a un grado extremo de frustración llegando incluso al suicidio, por ver en la inmensidad del vacío existencial (intradistancia) un barril sin fondo imposible de llenar.

El realismo existencial: en esta postura se refleja al hombre que enfrentado a la intradistancia reflexiona sobre la vida y sus posibilidades, percibe el vacío, pero se fija en los dos extremos, en el presente (yo realizando) y el porvenir o futuro (yo por realizar). Es una especie de si, pero todavía no; se convierte en un eterno buscador de esperanza, que en cada logro ve su realización como ser humano. No se queda en la superficie como el hedonista ni en la confusión y la frustración del pesimista. Es el hombre emprendedor que entiende cada realidad como un desafío a su ser. Es el hombre que asume el desafío que depara el futuro, el que debe hacer el caminante al que exhorta Manuel Machado, al decir:

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"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar".

Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)






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intradistancia humana